sábado, 31 de marzo de 2007

José Pardo Tomás (CSIC, Barcelona)

2ª SESIÓN. Martes, 10 de abril, 16-19 h.
"Si la historiografía reciente se muestra en general de acuerdo en la afirmación de que la represión inquisitorial tuvo una vertiente "pedagógica", debería ponerse cierto empeño en demostrar que ésta se plasmó también en materia de libros y que consiguió un relativo éxito en su papel de "moldeadora de las conductas". En nuestro caso, un eficaz papel moldeador de actitudes y prácticas intelectuales, al que respondió singularmente bien la elite académica e intelectual poderosa y sólidamente establecida en el sistema: miedo a la novedad, represión de la curiosidad, pedagogía de hábitos de trabajo intelectual escolásticos (en el sentido amplio de la palabra), apego a la doctrina segura, escaso estímulo para extranjerizar recorridos intelectuales, tanto en el aspecto físico de los viajes como en el aspecto de ese viaje que es siempre la lectura.
A la luz de estas cuestiones, y pese a la escasez de estudios que vayan en esta dirección, puede intentarse una hipótesis interpretativa que plantee la evolución cronológica de la actividad científica en España en paralelo con la de la censura inquisitorial, no para volver a caer en el error de establecer una perversa y unívoca relación causa-efecto, sino para tener un marco en el que incluir la variable acerca de las actitudes de las elites intelectuales respecto a la lectura novedosa o, simplemente, procedente del mundo no católico. Respondería a ello el progresivo deterioro que se experimenta a partir del periodo 1559-1583, pero mucho más en el medio siglo que va de 1583 a 1632. Después, por mucho que el bloqueo por saturación sea evidentísimo en la maquinaria censora del Santo Oficio tras la crisis 1632-1640, lo que queda en las décadas que le siguen es bien poco. Por eso el período 1640-1670 sigue siendo el más negro, quizá el único que sigue pudiendo ser pintado en una única gama de tintes oscuros. El resto, todo es matizable. Sólo algunos miembros de las generaciones que maduraron en torno a 1670-1720 comenzaron a superar ese desfase que se había creado con respecto al clima intelectual en otros ámbitos europeos. En el periodo posterior, la relación de fuerzas cambió y esos hábitos intelectuales moldeados a lo largo de siglo y medio se modificaron, en buena medida."

Texto tomado de:
- “Censura inquisitorial y lectura de libros científicos. Una propuesta de replanteamiento”, Tiempos Modernos, 9 /4, 2003, pp. 1–18.

Breve bibliografía:
- Ciencia y censura. La Inquisición española y los libros científicos en los siglos XVI y XVII, Madrid, CSIC, 1991.
- “Physicians’ and Inquisitors’ Stories? Circumcision and Crypto-Judaism in Sixteenth-Eighteenth-Century”, en F. Egmond & R. Zwijnenberg (eds.), Bodily Extremities, Aldershot, Ashgate Publishing Ltd., 2003, pp. 168–194.
- El médico en la palestra. Diego Mateo Zapata (1664–1745) y la ciencia moderna en España, Salamanca, Junta de Castilla y León, 2004.

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