lunes, 2 de abril de 2007

Manuel Moreno Alonso (Universidad de Sevilla)

3ª SESIÓN. Miércoles, 11 de abril, 10-13 h.


Fue la lucha por la libertad lo que caracterizó por encima de todo a la revolución española de 1808. Nunca hasta entonces una idea como ésta empujó a los españoles a luchar, por una parte contra los invasores y, por otra, contra el despotismo. La nueva lucha por la libertad no fue meramente coyuntural, fue el resultado de un combate diario, en medio de las mayores adversidades, por una idea. Y en esta lucha continua, a pesar de sus limitaciones, es donde reside la grandeza de aquella generación que causó la admiración de Europa. Para los hombres empeñados en aquella lucha ―así se lo decía Quintana a Lord Holland― la libertad era «un objeto de acción y de instinto, y no de argumento y de doctrina». Para ellos lo «primero era ser libres, el cómo era negocio para después». Con la particularidad de que ―tal como decía a Holland― cuando veía poner la libertad en el «alambique de la metafísica» temía al instante que «va a convertirse en humo». Para entender en qué consistió realmente la lucha por la libertad en España hay que tener en cuenta cuál era la realidad de este país en el que no había apenas burguesía, y en el que no había habido voces suficientemente poderosas (como Vico, Kant, Locke o Montesquieu) que hubieran dicho que la libertad consistía en poseer leyes propias reguladoras libremente del poder. De aquí precisamente que la palabra libertad que proclamó la Constitución de Bayona (con su declaración de libertad personal, inviolabilidad de domicilio y su voluntad de igualitarismo) no dijera nada a los españoles. Y ésta fue igualmente la dificultad con que tropezaron los hombres de 1808 que, primero en Cádiz y después en la cárcel y en el exilio, y finalmente en el poder, hicieron triunfar los principios de la libertad. No fue nunca un triunfo completo ni mucho menos aceptado por todos los españoles. Pero quienes lucharon por esta idea sabían que el «estado de libertad es un estado continuo de vigilancia, y frecuentemente de combates». Se trataba de los comienzos del proceso. Para Quintana, los españoles no debían engañarse: «La cuestión primera, la principal, la de si han de ser libres o no, está por resolver todavía».

Texto tomado de:
- El miedo a la libertad en España. Ensayos sobre Liberalismo y Nacionalismo, Sevilla, Alfar, 2006, pp. 34-35.

Breve bibliografía:
- Historia de Andalucía, Córdoba, Cajasur, 1995.
- Blanco White: la obsesión de España, Sevilla, Alfar, 1998.
- La forja del liberalismo en España: los amigos españoles de Lord Holland (1793-1840), Madrid, Cortes Generales, 1997.

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