Ricardo García Cárcel (Universidad Autónoma de Barcelona)
En las Cortes de Cádiz se debatieron los dos grandes conceptos: patria y revolución, que a su vez han dado lugar a dos grandes mitos. Por un lado, el de la nación indomable, connatural al concepto de independencia; y por otro el carácter polisémico, de muy diversos contenidos, que tiene en España la idea de revolución. (...)
El otro gran mito, como ya hemos visto, es el de la revolución, palabra que empezó a utilizarse en 1810 con frecuencia, aunque con significados distintos. Los liberales vieron en ella su meta, su punto de llegada, la conquista del progreso, la auténtica razón de ser del 2 de Mayo de 1808. Los conservadores utilizaron el término para definir su punto de partida: el levantamiento en pro de valores como Dios, patria o rey, contra la usurpación sufrida. Los afrancesados utilizaron la palabra para diferenciar la revolución buena (la de ellos) frente a la que conduce a la anarquía (la de los patriotas). El sueño de la revolución, entendida por cada cual a su manera, marcó los comportamientos de la generación de 1808. Fue un mito muy útil, como valor de uso, para ideologías muy diferentes. Primero constituyó un arma contra la usurpación sufrida por el rey. Después se convirtió en el horizonte de ilusiones de cambio en las Cortes de Cádiz. Más tarde sería, tras el reinado de Fernando VII, el concepto manejado por los mismos liberales en el poder para justificar su propia acomodación. La revolución pasó a ser de posible en sus años mozos, a imposible en sus años de madurez, y de ese tránsito de la España que pudo ser a la que no pudo ser, naturalmente, se inculpó siempre a los reaccionarios. Al final se dejó a la generación siguiente la bandera de la revolución pendiente. Como hemos visto a lo largo del libro, las fronteras entre los políticos, aparte de la variable ideológica, estuvieron muchas veces determinadas por la busca de la sombra del poder y por el estímulo mediático. Y en función de estos condicionamientos, los políticos de esta generación se escinden en apocalípticos, integrados y desengañados. El peregrinaje fue muy largo.
Todo empezó en 1789....
Texto tomado de:
- El sueño de la nación indomable. Los mitos de la Guerra de la Independencia, Madrid, Temas de Hoy, 2007.
Breve bibliografía:
- La leyenda negra. Historia y opinión, Madrid, Alianza, 1992.
- Inquisición. Historia crítica, Madrid, Temas de Hoy, 2000 (en colaboración con Doris Moreno).
El otro gran mito, como ya hemos visto, es el de la revolución, palabra que empezó a utilizarse en 1810 con frecuencia, aunque con significados distintos. Los liberales vieron en ella su meta, su punto de llegada, la conquista del progreso, la auténtica razón de ser del 2 de Mayo de 1808. Los conservadores utilizaron el término para definir su punto de partida: el levantamiento en pro de valores como Dios, patria o rey, contra la usurpación sufrida. Los afrancesados utilizaron la palabra para diferenciar la revolución buena (la de ellos) frente a la que conduce a la anarquía (la de los patriotas). El sueño de la revolución, entendida por cada cual a su manera, marcó los comportamientos de la generación de 1808. Fue un mito muy útil, como valor de uso, para ideologías muy diferentes. Primero constituyó un arma contra la usurpación sufrida por el rey. Después se convirtió en el horizonte de ilusiones de cambio en las Cortes de Cádiz. Más tarde sería, tras el reinado de Fernando VII, el concepto manejado por los mismos liberales en el poder para justificar su propia acomodación. La revolución pasó a ser de posible en sus años mozos, a imposible en sus años de madurez, y de ese tránsito de la España que pudo ser a la que no pudo ser, naturalmente, se inculpó siempre a los reaccionarios. Al final se dejó a la generación siguiente la bandera de la revolución pendiente. Como hemos visto a lo largo del libro, las fronteras entre los políticos, aparte de la variable ideológica, estuvieron muchas veces determinadas por la busca de la sombra del poder y por el estímulo mediático. Y en función de estos condicionamientos, los políticos de esta generación se escinden en apocalípticos, integrados y desengañados. El peregrinaje fue muy largo.
Todo empezó en 1789....
Texto tomado de:
- El sueño de la nación indomable. Los mitos de la Guerra de la Independencia, Madrid, Temas de Hoy, 2007.
Breve bibliografía:
- La leyenda negra. Historia y opinión, Madrid, Alianza, 1992.
- Inquisición. Historia crítica, Madrid, Temas de Hoy, 2000 (en colaboración con Doris Moreno).
- Felipe V y los españoles. Una visión periférica del problema de España, Barcelona, Plaza Janés, 2002.
No hay comentarios:
Publicar un comentario