viernes, 11 de mayo de 2007

El tribunal del Santo Oficio de Sevilla (1560-1700)


Michel Boeglin, Inquisición y Contrarreforma. El tribunal del Santo Oficio de Sevilla (1560-1700), Ayuntamiento de Sevilla, ICAS, Ediciones Espuela de Plata, Sevilla, 2006, 277 pág.

Se ha llamado Contrarreforma al largo periodo que se abre al finalizar el Concilio de Trento (1564) y que supone la aplicación, con mayor o menor fortuna, de un programa confesionalizador que delimita y define la ortodoxia católica y asienta los medios o instrumentos por los que esa ortodoxia debe ser enseñada y vivida por los fieles. Instrumentos pedagógicos “blandos”, no judiciales, como la predicación, la catequesis o la confesión. La Inquisición sería el contrapunto, el instrumento judicial, coercitivo, de ese programa tridentino. Precisamente esto es lo que le interesa a Michel Boeglin en este texto, cómo se inserta la Inquisición en ese programa. Y para poder analizarlo elige un laboratorio singular, el tribunal inquisitorial de Sevilla. Y por ello hay que felicitarle puesto que carecíamos de un estudio global de la actuación represiva de este tribunal.

La Inquisición española se convirtió en instrumento contrarreformista de primer orden. ¿Cuáles son los elementos de la estrategia inquisitorial a juicio de Boeglin? En primer lugar, la aplicación laxa del concepto herejía, que permitió ampliar el campo de actuación del Santo Oficio e introducirse en el ámbito de la moral (blasfemias, fornicación…). En segundo lugar, la voluntad de los inquisidores de buscar el máximo impacto a través de sus acciones: para Boeglin es evidente que la Inquisición esperó conscientemente a que madurara el “bacilo” de la herejía para caer sobre los protestantes sevillanos asegurando así el máximo ruido mediático en el momento de los procesos y después, en los autos de fe que se sucedieron hasta 1563. Finalmente, en esos años el tribunal actuó no sólo sobre los protestantes sino también de manera muy significativa sobre los cristianos viejos. Ambos colectivos aparecieron juntos en los autos de fe bajo la sombra de la herejía. La Inquisición se convirtió en los ojos vigilantes de una ortodoxia católica que implicaba a todos los fieles.

El poder del Santo Oficio, sin embargo, no radicó en las hogueras. Boeglin se encarga de desmontar este imaginario. Entre 1560 y 1619 la justicia civil de la ciudad de Sevilla ordenó 760 ejecuciones públicas mientras que el tribunal sevillano no llegó a las 100 condenados a muerte para el mismo período. Las ejecuciones no fueron las que dieron autoridad al Santo Oficio entre 1560 y 1700, sino su poder y capacidad en el ámbito del procedimiento inquisitorial: la arbitrariedad a la hora de aplicar el concepto de herejía, la infamia en la que caían los procesados, la ruina económica de las familias, en definitiva, lo que el maestro Bennassar llamó la pedagogía del miedo, una pedagogía que dio una papel significativo al Santo Oficio en la Contrarreforma católica. Como muy bien explica Michel Boeglin en este libro.

Doris Moreno

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